San Esteban, Primer Párroco de las MTAs, se encontraba nervioso en el salón de reuniones esperando la llegada de los representantes de las CUPIs – Confesiones Universales de Pequeña Importancia.

Los variopintos miembros iban entrando en la sala poco a poco, con torpeza; la causa era su falta de habilidad para andar. Andar no era fácil. Ancianos de la nueva época, estrafalarios y olvidadizos, caminaban a lo “peripatético” como moldes humanos de alcohol y colesterol, pasando con dificultad por los pasillos del gran organismo empresarial, chocando contra las paredes decoradas con bajorrellieves de “cloristós”.

El espectáculo de los casi treinta mil años años de edad que sumaban entre todos era el puro reflejo del periodo humano mítico-religioso que venían a defender frente un extraño y delirante universo pleno de profecías de otro tipo. Pero no crea la gente que no fuesen necesarios. Lo eran y mucho.

Sin corazón, sin hígado ni pulmones, sin sistema endocrino – esto último de crucial importancia – y siendo todo lo demás en ellos ortopédico como en todas las culturas, les hacía sempiternos. ¿Por qué el colesterol seguía corriendo por sus venas grafenadas todavía? ¿Por qué bebían tanto?. Bien, por privilegios del cargo. Y también porque la ciencia ya se había puesto a solucionar estos problemillas. En dos o tres décadas sus engrosados tejidos recobrarían la psicomotricidad que les debería corresponder por edad y por comparación con las personas normales propensas al deporte y vicios de todo tipo.


El Primer Párroco San Esteban declaró abierta la sesión para los treinta miembros siguiendo el orden del día. Acostumbrados sus pocas neuronas originales a la fe y a la pasión, su mente mejorada se resistía, ignorándose el cómo del mecanismo, a seguir un orden. Aunque fuese una orden del día. Ese que empieza por la mañana y termina por la tarde. “Primero el primer punto, segundo el segundo, y así… ¡No voy a poder, Dios mío!” –se dijo. Una cosa era levantar el cáliz, después murmurar unas pocas palabras divinas, luego quitarse la mitra, etc. “¡Es lo mismo Esteban!” –resonaba en su cabeza las palabras del ministro y amigo, Wagner, representante del ala blanca del calvinismo francés.


Nos ha traído aquí la propuesta del ministrable de la delegación china Sao Lao Tin. Según la misma hemos de cambiar el artículo 113, apartado b) de la ley para tanatorios empresariales de las PWAs, repartidas por aquí y por allá a su gusto, con el deber religioso de proveer de ritos, palabras e imágenes que sinteticen lo básico de cada una de todas las confesiones. El ministro ortodoxo ruso, que no había querido eliminar la extrema longitud de su barba cuando debió hacerlo, sudaba y olía como un tigre siberiano. Aun así intervino en voz alta. Los enanos lacayos que llevaba para apartar tanto vello procedieron a abrir un canal a través de la caverna de su boca quedando, no obstante, algunos pelillos en posición longitudinal. El conjunto recordaba al laúd de Galileo o a la lira de Puro Moro Apolo. Silvante e hipnotizante, flautista dodecafónica, su pregunta sumió a todos los demás religiosos en un estado alterado de conciencia que ni Dios mismo, con toda su bondad, sería capaz de pillar.

— ¿Y qué dice ese maldito artículo?–Musicó con su palabra.


Vaya desastre de reunión. El sacerdote ortodoxo no sabía ni que le traía aquí. A este limpio salón decorado con cloristós. Ellos aportaban toda la humanidad de la tierra, la ebriedad, el vapor, la unión con el todo. De repente y gracias a las sugestivas formas empleadas por el ministro ruso, todos alucinaron con torres de oro tumbadas como maquetas de una gran ciudad sobre el suelo del salón; tal visión venía acompañada de mazmorras de aluminio grises ocupadas por demonios rojos con cuernos negros envueltas en llamas del infierno. Los estímulos nerviosos del Señor son inexcrutables.


San Esteban dio la palabra al Delay Lema. Esperaba que su locución fuera en retardo y plagada de eslóganes. Aun así sabía que con mucha paciencia él lograría expresarse con la suficiente claridad como para abrir un nuevo momento después de todo lo acontecido. De la luminosa capa doblada alrededor de su cuerpo, de color púrpura, bermellón y amarillo, sobresalía su cabeza ovalada cual pelota de rugby inglés; y por supuesto, su reluciente calva grasienta. Todo ello signo de atraso biológico, pero no de retraso intelectual, que quede clarito. Habló por fin:

— Yo, Deseo, Consuelo, Abolición, Paz–dijo pacato.

— ¿Y qué más Delay? ¿Cuándo llegan las preposiciones, artículos, verbos, etc? ¿Están esperando al siguiente ciclo universal de tus avatares?–Intervino el representante Bum Vayá de Uganda central. Si quieres te añado algunas de ellas por aquí o por allá, ¿para lo que te van a servir?


El Primer Ministro de las MTAs tuvo que poner orden con decisión y firmeza.

—El artículo 113, apartado b) para tanatorios universales a gusto de las PWAs dice que, cito literal: “Las reuniones de las CUPs, presididas con voto desempatante del Primer Párroco de las MTAs, tienen la potestad, de la que no deben hacer renuncia en ningún caso, de indicar y prescribir cuáles deben ser los ritos, las palabras mágicas y las imágenes que deben acompañar a los humanos que lo soliciten en sus últimos días, siempre y cuando aquéllas se distribuyan una a una y separadamente en los recintos, o se alcance por superposición una síntesis de todas ellas y para todos.”

—¡Pues vale!–dijeron todos al unísono.