La mente es el cerebro
Ser uno mismo podría ser una aspiración ya demasiado llevada de acá para allá. Vamos a ver en esta entrada qué sugerencias, si es que hay alguna, puede aportar una teoría cientificista de la mente como es la teoría de la identidad mente-cerebro.
La teoría de la Identidad mantiene la afirmación de que a cada tipo de estado mental interior le corresponde un solo tipo de fenómeno físico, que para esta teoría, se entiende que está en el cerebro. Además también dice que la mente es el cerebro – no que la mente esta ahí, sino que ES el cerebro y no otra cosa. Y en tercer lugar, afirma para terminar, que la mente es un mecanismo físico como cualquier otro fenómeno físico exterior y que, algún día, podrá explicarse completamente como siendo (la mente) el conjunto de leyes físicas y/o biológicas que regulan, tanto el comportamiento de las células que podamos hallar en el cuerpo de cualquier animal, por ejemplo, como las causas físicas que explican y predicen las órbitas que siguen planetas o cometas.
Los estados mentales son todo el conjunto de fenómenos psicológicos a los que solemos referirnos con los siguientes términos: creencias, deseos, ideas, imaginaciones, emociones, motivos personales, etc. Algunas teorías como el conductismo han dicho que estos elementos mentales y psicológicos se pueden reducir y ver como cosas externas y así conseguir una ciencia de la mente, es decir, que el que cualquiera de nosotros “sienta algo”, o “desee algo” se puede ver y observar como una manifestación exterior de lo interior. Y es verdad, pero a nadie se le escapa que en muchas ocasiones lo que estamos pensando, imaginando, o deseando, no llega fuera, y que por tanto, no es observable; y si no es observable, pues no puede conocerse científicamente.
Ser uno mismo y la física cerebral
La teoría de la Identidad, como ya se ha dicho más arriba, afirma que a cada “motivo” o a cada “emoción” le corresponde uno y sólo uno estado físico cerebral. Que a todo el conjunto de elementos mentales, le debemos de llamar “el cerebro”; sólo y únicamente el cerebro; la mente ES el cerebro. Y que todas nuestras “creaciones imaginativas” o “ideas”, por ejemplo, que forman parte también de nuestra personalidad se podrán explicar, describir y predecir siguiendo el modelo legal que prescribe el método científico, a saber, ha de haber un conjunto de leyes físico-químicas que, al igual que se aplican a los fenómenos naturales, se habrán de aplicar también a nuestro cerebro. O lo que es lo mismo, si la química explica y predice con qué cantidades exactas de una determinada sustancia se consiguen otras sustancia en una determinada cantidad también, del mismo modo, se sabrá algún día que “deseos” o creencias” tendremos, y cuáles son las leyes físico-químicas que hemos de aplicar, tanto para explicarlas, como para predecirlas y producirlas. Dicho de otro modo, se sabrá, dicen los teóricos de la identidad, cuáles son las causas que nos hacen tener esos estados mentales, y cuáles los efectos que producirán. En general, lo que afirma esta teoría es que la mente es un fenómeno natural más y que, por tanto, la psicología se podrá reducir a la neurología, que es una disciplina de la medicina que estudia el cerebro y todo el sistema nervioso central.
Ser uno mismo, un ejemplo ilustrativo
Ilustremos la teoría de Identidad con un ejemplo: cuando decimos que “el dolor” es cierta activación de “neuronas-C”, lo que estamos diciendo es que “el dolor” y la activación de las “neuronas-C” denotan el mismo objeto y sólo ese objeto: las neuronas-c. Algunos críticos encuentran incoherencias en esta teoría. Decir “dolor”, aunque se refiera al mismo y al único objeto “neuronas-C”, connotan significados diferentes, no idénticos. Se refiere y denota un idéntico objeto, pero lo hacen de diferente forma, con un significado y connotación distinta, y no la misma. Surge así un problema lógico con el que se tiene que enfrentar la Teoría de la Identidad; y es que está identificando dos tipos de fenómenos que tienen cualidades distintas: “dolor” parece decir algo relacionado con la experiencia propia de las personas, lo que introduciría un sentido que la naturaleza cerebral no estaría dispuesta a reconocer como una realidad natural y objetiva. En la naturaleza no hay “dolor”, como no hay tampoco “motivaciones” o “deseos. La luna no “quiere” o desea orbitar alrededor de la tierra, ni tampoco “cree” que su trayectoria sea una de las CAUSAS de las mareas. Si los teóricos de la Identidad defienden que un fenómeno mental, es un fenómeno natural cerebral, tendrían que admitir también que la naturaleza se comporta como siendo una mente, como teniendo motivaciones, imaginaciones, etc. Algo completamente absurdo para la perspectiva científica. Como esto último es inadmisible, y para intentar evitar el carácter connotativo de “dolor”, el teórico de la identidad pretende salvar la objeción sustituyendo esta expresión por otra, por ejemplo: “siento una punzada en el estómago aquí”. El problema se encuentra ahora en que el estomago no es el cerebro. Sin embargo, se puede seguir el rastro mecánico que va, desde el estómago a las “neuronas-C”. Para este caso, “dolor” y “neuronas-C” sí son lo mismo. Pero esto no vale para todos los casos. Supongamos que “dolor” se refiere a “siento dolor por la muerte de mi perro”….¿Cómo queda entonces la frase? Pues así: “siento dolor por la muerte de mi perro ES lo mismo que la activación de las neuronas-c”. ¿Hay algún rastro mecánico físico-químico que podamos seguir para este caso? Difícilmente ya que esta tarea empezaría con la necesidad de denotar dónde está localizado este dolor en el cerebro. Pero el teórico de la Identidad contraataca y pide que se cambie, para este caso, “dolor” por otra expresión como la siguiente: “algo pasa en mi interior parecido a lo que me pasa cuando veo un desierto vacío y desolado”. (Alguien podría describir así la emoción de la pérdida de su perro). Bueno pues ser parecido y ser idénticos no es lo mismo. Y aun suponiendo que lo fueran la excitación de la neuronas-c serían lo mismo que “ver un desierto vacío y desolado”. Por lo que aparece un nuevo fenómeno mental, “ver”. Y no “doler”. Son dos ahora y no un único objeto el que es idéntico a “neuronas-c”.
En conclusión, el problema con el que se topa la Teoría de la Identidad mente-cerebro es que sus identificaciones, en la práctica y en muchas ocasiones, dependen de la interpretación que hace la persona de sus estados mentales y de su experiencia interna. Y si en muchas ocasiones hay esta dependencia e interpretación que hacen posible la identificación… ¿Qué tipo de ley neurológica sería esa que admitiera tantas excepciones? ¿Qué leyes científicas admiten tal número de excepciones? O más aún…¿Qué tipo de leyes científicas admiten, para su verdad, el que dependan de una interpretaciones personal? Ya no habría objetividad para una ciencia de lo mental.