¿Qué es ser escéptico?

Cuando un alumn@ (sic) hace poco me preguntó qué era y contesté que «conservador»,  y cuando su reacción fue la pregunta: ¿Y cómo es posible que te dediques a la enseñanza?, me pregunté qué estarían pensando o sufriendo callados todos aquellos profesores que son conservadores y que, a veces, sólo a veces, tienen que decir cosas que no piensan o sienten.

El «bando progresista» siempre ha defendido la libertad de pensamiento…¿Será sólo para determinadas profesiones, es decir, para la docencia no?

Me considero un escéptico moderado, o una aspiración de llegar a serlo.

Y es que los escépticos como yo -formamos un bando marginado (sic)-,  en algunos aspectos y sólo en algunos, somos por fuerza conservadores.

Por ejemplo, en El compendio de escepticismo de Sexto empírico se dice que «vivimos sin dogmatizar de acuerdo con una serie de obligaciones en nuestra vida (…) y parece que estas obligaciones son cuatro: una con respecto al plan de la naturaleza, otra en el apremio de lo que sentimos, otra en la tradición de las leyes y costumbres y otra en la instrucción de las artes».

La parte que raya en una postura «conservadora» de este fragmento se encuentra sobre todo en la tercera y también en la cuarta de nuestras obligaciones. «En la tradición de costumbres y leyes: conforme a la cual heredamos tener piedad como bueno y no tenerla como malo, según el uso de la vida ordinaria; en la instrucción de las artes: conforme a la cual no estamos  inactivos en las artes que heredamos. Y todo esto sin dogmatizar.» En otras palabras, en cierto modo se asume, porque se tiene que asumir para vivir una vida humana, una tradición según «el uso» de la vida común. Que no quita nada para tener sentido crítico y autocrítico. Y con respecto a las artes heredadas (oficios o profesiones) se intenta ser útil y no permanecer inactivos. (Se puede comparar esta reflexión, para verificarla, con el fragmento equivalente de Pirrón de Elis)

Pero el escepticismo moderado cree que hay verdades, es decir, NO ES RELATIVISTA. SÍ lo es, y mucho, el relativismo de Judith Butler.

¿Qué pasa con Judith Butler?

«La postura de que el género es performativo intentaba poner de manifiesto que lo que consideramos una esencia interna del género se construye a través de un conjunto sostenido de actos, postulados por medio de la estilización del cuerpo basada en el género. De esta forma se demuestra que lo que hemos tomado como un rasgo «interno» de nosotros mismos es algo que anticipamos y producimos a través de ciertos actos corporales, en un extremo, un efecto alucinatorio de gestos naturalizados.»(El género en disputa, eBook, posición 160, los énfasis son míos)

Austin, heredero del segundo Wittgenstein, acuño el término performativo para referirse a aquellos enunciados que no pueden evaluarse como verdaderos o falsos puesto que su verificación depende de que su contenido se haga efectivo en un futuro más o menos cercano. Sólo se le puede dar un significado completo en cuanto a su verdad o falsedad cuando acabe, en la acción, aquello que pertenece al contenido del enunciado mismo.

Por ejemplo, un caso de enunciado performativo modelo son aquellos que vienen expresados con un «yo prometo»; la promesa cumplida hará verdadero o falso el enunciado, pero antes no.

«Originalmente, la pista para entender la performatividad del género me la proporcionó la interpretación que Jacques Derrida hizo de «Ante la ley», de Kafka. En esa historia, quien espera a la ley se sienta frente a la puerta de la ley, y atribuye cierta fuerza a esa ley. La anticipación de una revelación fidedigna del significado es el medio a través del cual esa autoridad se instala: la anticipación conjura su objeto.» (Idem, posición 160)

Y a continuación: «Es posible que tengamos una expectativa similar en lo concerniente al género, de que actúe una esencia interior que pueda ponerse al descubierto, una expectativa que acaba produciendo el fenómeno mismo que anticipa».

Es decir que en parte el género es un tipo de deseo interior esencial que puede hacerse o  se hace exterior a través del cuerpo y el estilo que adopte y que hace que «cierto actos corporales» se naturalicen, o sea, sean tan naturales como cualesquiera otros, que sean admitidos por la ley sea esta la que sea, entendiendo ésta como la totalidad de restricciones que operan sobre el individuo. Además esta esencia interior anticipa y conjura el objeto. En otras palabras, cuando se anticipa una acción exterior, el objeto que la satisface, performativamente, se hace realidad.

Como J. Butler toma junto con otras corrientes estructuralistas, el psicoanálisis, o mejor dicho, una crítica del mismo para construir su filosofía, y como ciertos términos que aparecen en la cita anterior son originalmente de Lacan -psicoanalista estructuralista y filósofo-, estamos en condiciones de interpretar dicha porción de la cita, que es la más me interesa.

Por «actos corporales que producimos», se ha de leer como lo externo y visible y contrapuesto a lo «interno de nosotros mismos». Hay una «psique» interior ESENCIAL, una estructura yoica representante de los deseos corporales y una expresión sintomática exterior de estos y viceversa. Esto en el caso que Butler haya leído bien a Freud y Lacan. Que no lo creo. Por otro lado se refiere tanto a una estética corporal innovadora como a los actos reivindicativos políticos de género dados en el teatro, por ejemplo, así como a performances de índole artístico-político.

Sin embargo, y aquí viene lo bueno, la afirmación de que lo interno anticipa y produce «en un extremo, un efecto alucinatorio de gestos naturalizados» es un malentendido en términos. Traduciendo al lenguaje psicoanálitico, que es desde donde J. BUTLER lo extrae: el cuerpo deseante cuando no encuentra objeto de satisfacción, se carga de energía libidinal o pulsional, lo que causa  alucinaciones o delirios. La descarga de esta energía psíquica se desplazará de distintas formas, pero quedará intacta hasta que ese interior no rebaje el nivel de tensión. Es lo que los psicólogos, freudianos o no, llaman homeoestasis.

El malentendido está en que la relación interior/exterior, cuando la persona está deseante pero sin objeto de satisfacción, no puede producir ningún acto voluntariamente, ya que está alucinando, literalmente. Y mucho menos una acción voluntariamente política pero delirante. Si el deseo no halla objeto, si no hay significante al que aferrarse: a) la persona entrará en delirio psicótico (o sea, se vuelva loca) y/o , b) desplazará su carga a otro lugar. Pero en ningún caso la relación entre nuestros rasgos internos y nuestras producciones agenciales exteriores son de CAUSALIDAD en el sentido que pretende decir J. Butler. Además lo sabe, porque en otras partes del «El género en disputa» escribe sobre la dislocación del sujeto («desplazamiento» para nosotros). Nada que oscile de lugar y/o que esté roto puede CAUSAR lo que causaría si permaneciera estable y/o funcional. Es decir, el «yo» forma parte de una estructura, no es el «yo» cartesiano simple, consciente y libre.

No puede haber verdades si no hay efectos que correspondan a causas, teniendo en cuenta que la relación causa-efecto, no rige igual a nivel consciente que  a nivel inconsciente en el seno de una estructura. ¿A qué tipo de causa se refiere Butler? ¿No sabe que, y más teniendo en cuenta que todo su libro se inspira en torno al estructuralismo, la causalidad es un concepto que opera junto otros elementos de dicha estructura?

El resto de texto está plagado de asertos como este que acabamos de analizar. Plagado.

No puede haber VERDADES si no hay entendimiento de las cosas; y no malentendidos constantes y, en mi opinión, intencionados. En general, la coherencia es requisito para la verdad o verdades.

 

A modo de conclusión:

¿Por qué Butler es tan intencionadamente ambigua y difícil de leer para el público general? ¿Es porque el género es ambiguo y difícil de concretarse su «esencia»? ¿Por qué la Butler redacta un texto tan cargado de terminología y de tan diversa procedencia conceptual? ¿Quiere darse aires de docta, de profunda, etc? Yo creo que sí.

Quizás alguien pudiera replicar que efectivamente es ambigua porque ella defiende la ambigüedad y provisionalidad del género y su sujeto. Bien, pues es coherente, pero sigue siendo ambigua y así,  o puede haber verdades. Por otro lado, ya se verá si la acción humana admite tal ambigüedad sin establecer jerarquías dentro de los géneros que hayan alcanzado concreción y quieran dominar.

Desde un punto de vista filosófico, y desde el mío también, es el libro más pretencioso, intencionadamente insincero y con más falta de rigor que he leído en mucho tiempo.

Hay más premisas que me llevan a esta conclusión, pero por cuestiones de espacio y lugar no puedo entrar en ellas.