transhumanismo y Ser Humano
El transhumanismo propone y promete la mejora del ser humano a través de tres ejes básicos: la Bioingeniería, la Nanotecnología y la Inteligencia Artificial. En la página de inicio de este sitio muestro una imagen de la mirada de una mujer «primitiva», decorada al modo del arte moderno impresionista. Según creo, ésta refleja el modo de ser humano que pronto dejaremos atrás. Es decir, algunos ilustrados se apoyaban en una cultura natural fundante y mítica. Por tanto, dejar atrás la ilustración es dejar atrás el modo de ser mitológico que durante tanto tiempo ejerció de referencia de base a la dualidad primitivos/civilizados. La posibilidad de que esas tres tecnologías sean usadas es casi ya una realidad. En algunos casos ya se están utilizando. Tengo la intuición de que el hombre no podrá resistir la tentación, una vez más, y no por ello lo considero moralmente reprobable, de tener a la mano cambios en múltiples niveles que ya trataré en otras entradas de este sitio.
¿Por qué la persona de la imagen de la página de inicio de esta web lleva por título «La mirada de la última persona moderna»?
No hay un porqué «claro y distinto». La mujer de la foto se pintaba al modo «puntillista», de hecho, parece su rostro un cuadro de Klee. No es esto un descubrimiento; sabemos que las prevanguardias artísticas del primer cuarto del S.XX giraron su mirada a las antiguas culturas y a sus modos de «imaginarse». ¿Lo hicieron hacia la edad media y al feudalismo? Esto es un motivo más de exploración de esta web.
Por otra parte y como decía más arriba, hay otra razón, y es que tengo la fuerte e intensa intuición, de que el tiempo mítico original, o el natural e ilustrado y fundante, ya no cumplen con su finalidad. ¿Esto nos hace transcender al concepto y a la realidad efectiva de la transhumanidad, de la «transpersonalidad»? ¿Nos transporta a un venidero y cercano tiempo de singularidad personal?
La exploración de esta posibilidad es uno de los motivos principales de esta web: «Filosofía e imaginación».
Antes de entrar en la idea de Singularidad y Transhumanismo es mi intención dar una pocas nociones básicas de antropología filosófica tal y como hasta ahora yo entendía esta disciplina.
Transhumanismo y el concepto de persona tradicional
Para los que ya sabemos en qué consiste esa parte de la filosofía denominada Antropología Filosófica y lo relacionada que esta con la Metafísica, no incluiré ninguna página o entrada en este sitio web expresa para explicar en qué pueda consistir la Metafísica.
Pero Metafísica la hay en este sitio, en todos los sitios y en todas partes. La Metafísica es la ideología dominante, nuestro mapa conceptual del mundo, e incluye, y esto es muy revelevante, el imaginario y las imágenes presentes en toda forma de vida en que la persona singular ha de moverse, cambiar el mundo o no, y actuar.
Sin embargo, yo he elegido incluir la metafísica en la categoría de «Antropología transhumanista» para remarcar el asunto que nos trae aquí; que principalmente es el ser humano de hoy, sus imágenes y su imaginación; puede que no tratemos su esencia, ni su existencia, o como sea que lo queramos llamar, pero sí sé de la falta de estas dos disciplinas de la filosofía en el mundo humano del presente.
Transhumanismo y biología tradicional. Conceptos básicos
Vida orgánica
Todo organismo se adapta a su entorno pretendiendo sobrevivir a los estímulos exteriores e interiores que recibe como incitaciones a la acción. El organismo vivo da respuesta tanto los estímulos que le llegan desde su exterior, como los que recibe desde su interior. De este modo es como sobrevive o se extingue.
Transhumanismo y la persona “en medio” de la vida orgánica
El ser humano, obviamente también es un ser vivo, y como tal, ha de dar respuesta a la naturaleza que le circunda y a la información interioceptiva. Pero las respuestas que damos, no son inmediatas en el tiempo, no son instantáneas, ni directas y mecánicas, sino que entre los estímulos que nos llegan, media un lapso temporal, un retardo producto de la neotenia, es decir, que biológicamente nos esta permitido: esperar, programar, construir, fabricar, dudar, cambiar de tema, disimular, narrar, y muchas otras cosas más, como por ejemplo: producir nuevas tecnologías. Cuando responde instantáneamente, si acierta en la acción adecuada, será azarosamente, es decir, por suerte; «suerte» en el sentido de la complejidad inherente al mundo en el que vivimos, hemos vivido y viviremos. Además, cuando inmediatamente actúa, en el ámbito que sea del mundo que compartimos, lo llamamos precipitación, impulso, gratuidad, arbitrariedad, etc.
Si no hace así, y aprovecha el demorarse de la acción en él, haciendo uso de ese tiempo de retraso que está en su constitución biológica – y de esto, que es crucial, hablaremos en otro post cuando sea oportuno – , entonces puede dudar, examinar, razonar, reflexionar, imaginar, producir tecnologías, como se ha dicho más arriba, etc. Entonces tiene también la opción de la libertad, de elegir la mejor de las respuestas: ético-políticas, científicas y estéticas. Y si pudiéramos ser, o estuviéramos cerca de ser, más que humanos, a saber, «transhumanos», podríamos crear la mejora, el remedo, no el remedio, para esta situación biológica tan precaria y carencial.
Transhumanismo y lenguaje
Una de las formas ya clásicas y tradicionales de distinguir la naturaleza de los seres humanos es utilizar como distinción uno de los fenómenos que creemos que son más nuestros, el lenguaje. Es una distinción sí, pero no toda distinción, otorga abolengo.
En los animales se da un complejo sistema de signos y señales, y en algunos, muy cercanos al hombre, se puede observar una variedad asombrosa de respuestas a diferentes estímulos verbales y gestuales. Un perro doméstico reaccionará a los cambios más pequeños en la conducta de su amo; alcanza a distinguir expresiones de la voz, mínimas alteraciones en el tono de la misma, expresiones faciales que, a menudo, son difíciles de discriminar incluso para sus dueños.
Señal y sistema de comunicación
Como todos sabemos, a principios del S. XX. Pavlov entrena y enseña a un perro para reaccionar al alimento asociando a éste con otro estímulo, el sonido de una campana o la presencia de una luz roja. Parecería que el animal ha aprendido un lenguaje. El sonido o la luz serían como “la palabra” que el animal comprende y que significa “comida”.
Una nueva señal – si se quiere se puede cambiar «señal» por otra expresión, eso no es lo importante – se introduce en el automatismo del mundo animal modificándolo en y con otro automatismo. La forma de aprendizaje de los animales está estrechamente unida a la modificación de esos automatismos que cierta tradición psicológica, como ya sabemos, ha denominado reflejos condicionados.
En cualquier caso, lo que parece innegable es que el modo de responder del animal en este sentido – en la medida en que un sistema de comunicación más rígido e inflexible pueda llamarse «lenguaje» – es distinto al nuestro. Pero esto, no es ni mejor ni peor. Simplemente distinto. Y «distinto» en el sentido de «sólo en el grado o medida», cuantitativo y no sustancialmente o en esencia.
Transhumanismo y la apertura a lo universal
Los nombres, las palabras, no provocan mecánicamente una respuesta concreta y particular de la que depende, sino que remiten a una generalidad de casos posibles de uso y aplicación; la palabra o cualquier expresión lingüística tiene la propiedad de ser universal: sirve para referirse a una variedad de cosas, para hacer muchas cosas distintas. Y una vez más, en esto se ve la diferencia, pero no la ventaja.
El lenguaje es móvil y ambiguo
Por eso, que las palabras se puedan referir a las cosas universalmente puede no ser una ventaja, como decía antes. El lenguaje también es móvil, es decir, es variable en su aplicación, depende de un contexto, da lugar a equívocos y conflictos.
La señal o signo se asocia con la cosa concreta y particular formando conjuntos enlazados cerrados, rígidos e inflexibles; pero la palabra humana, o como lo queramos llamar, no está “pegada” a la cosa que designa o a la práctica en la que se usa; el nombre no pertenece al objeto intrínsecamente, no se identifica con él, se despega de él, se hace abstracto, se distancia…¿No decimos que el conocimiento y la filosofía son posibles gracias a este distanciarse que posibilita la observación? ¿No dice la teoría de la identidad mente-cerebro que un estado mental, la representación de una palabra en nuestra mente, por ejemplo, es idéntica a cierto grado y/o tipo de excitación neuronal?
Movilidad y ambigüedad del símbolo
Pero precisamente la misma característica del lenguaje como móvil, hace de él algo ambiguo; puesto que, toda designación, por ser general o universal, comporta una elección, y ésta, está sometida a los diferentes intereses, prejuicios y necesidades de la persona y de la especie.
Por eso quizás la ciencia matemática y la lógica hallan buscado siempre un lenguaje libre de ambigüedades, puro, donde a cada signo le corresponda solo y solo uno, significado.
Transhumanismo: la conciencia y su imagen
La persona puede estar cierta y segura de su propia imagen. Pero esto es una ilusión. La conciencia del sujeto no es una entidad única, clara y distinta como pensaba Descartes. Aun así, el «yo» o la conciencia moderna ha resistido muy bien las críticas que se le hicieron y que venían desde muchos autores y lugares. Casi podríamos decir que ha llegado intacta hasta nuestra época.
En realidad, la conciencia de su imagen en el sujeto está descentrada, esto es, ni sabe todo de ella, ni le es transparente, ni la refleja con exactitud, ni mucho menos. En otras entradas trataré los modos en que el sujeto deforma su imagen y es deformada por otros, cómo la difracta y es difractada por otros, cómo se refracta y cómo es refractada por otros, etc. Hay muchas formas sobre el cómo creemos que respondemos adecuadamente a nuestra imagen, sobre el cómo y hasta qué punto nos engañamos al respecto.
Incluso en el mundo natural también se da este fenómeno propio de la luz. El autor de esta web cree que hay cierto isomorfismo entre el sujeto humano y el mundo externo. Por lo que podríamos considerar la conciencia como un hecho natural.
Transhumanismo: ciencia y religión
A parte del lenguaje y la conciencia, la ciencia y la religión, se añaden como elementos de lo humano. Son la ciencia y la religión fenómenos históricos; tanto como aquéllos, esto es innegable. La primera, aunque se dice que básicamente nació en el siglo XVIII, siempre ha existido en formas más rudimentarias e imprecisas. Por otra parte, la ciencia viene rodeada por un contexto del que se alimenta y del que toma incluso sus fundamentos.
El transhumanismo, de hecho, sépalo o no, toma y se apropia de este lugar que, en toda época histórica y prehistórica, ha estado ahí.
En cuanto a la religión, lo mismo. Muchos piensan que es un momento contingente del devenir humano. Y sí, las religiones concretas politeístas y/o monoteístas pueden aparecer y asentarse de transformaciones anteriores. Pero en cuanto dependencia de fuerzas superiores – y así es como yo entiendo la religión -, y por muy diversas que sean las formas que éstas adopten, siempre habrá religión. Los que con el fenómeno religioso quieren acabar, habrán de sustituirlo por otro que haga esa misma función. Se encontrarán, pues, con otra religión: poco importa a qué y/o a quién se haga sagrado. Por ejemplo: la ciencia y la tecnología, o las instituciones que las poseen, bien podrían tener en sus manos hacerse o hacer un nuevo fenómeno religioso; lo intentarán, seguro; otra cosa es qué realización consiguen.
Museo tecnológico Berlín
Pequeña parroquia luterana islandesa
Imprescindible tener en cuenta que todos los fenómenos humanos están conectados: lenguaje, ciencia, tecnología, religión, arte y literatura, etc. Sustanciar, aislar y separar independientemente cualquiera de ellos nos dará una imagen y/o concepción errónea del hombre.
Enlazar con el post: Heidegger y época de la imagen del hombre.
La página de telefónica dedicada al transhumanismo: https://telos.fundaciontelefonica.com/revista/