ESTILOS CLÁSICO, MODERNO Y CONTEMPORÁNEO.

Como parte de una tesis doctoral sobre el mercado económico del Arte contemporáneo, Benedicte Martin, una economista, ha intentado clasificar, usando tres distinciones básicas, el arte y a los artistas contemporáneos. Y el resultado ha de servir para orientarnos en lo básico, y para saber qué es el arte contemporáneo, no para establecer categorías cerradas y absolutas, que impidan conocerlo bien, es el siguiente:

Arte clásico

Por artista clásico hay que entender el “artesano que pinta cuadros, que busca la armonía, la belleza de las composiciones cuando trata de imitar la realidad, la naturaleza. Es también un genio cuyo talento se expresa a través de la imaginación y da lugar a una obra maestra que se expone en el salón de casa. El artista se forma junto a un maestro, en una escuela. Imitación, naturaleza, retrato y pintura remiten claramente a una pintura figurativa que respeta las normas académicas y las costumbres artísticas de una época.

Arte moderno

El artista moderno ejecuta obras artísticas que son pinturas, esculturas, y como el artista clásico comparte los materiales tradicionales. Sin embargo, a diferencia del arte clásico los pintores o los fotógrafos operan rupturas contra las convenciones. Las palabras moderno y expresión orientan este tipo de arte. El artista “se expresa” en su obra, “expresa” lo que lleva dentro, su interioridad.

Sigue este enlace: Kant y su estética.

Arte contemporáneo

El artista contemporáneo, por último, nos revela un lenguaje marcado por el uso de términos como producción, objeto, que describen el trabajo de artistas como algo similar a experiencias y creaciones que deben ser singulares pero para cuyo disfrute hay que ser uno iniciado. La red de galerías e instituciones contribuye al reconocimiento del artista y su status. Palabras como Duchamp o “fronteras”, también son bastante frecuentes.

El arte contemporáneo es, podemos decir, una liberación que se emancipa no ya sólo del arte clásico figurativo (algo ya muy superado), sino también del requisito constitutivo del arte moderno, es decir, la expresión en la forma que sea de la interioridad del artista. El arte contemporáneo expresa la singularidad y particularidad de la obra; y sobre esta forma de entender la expresión se juzga su valor estético.

Bien porque no hay ya nada que ver en el interior, bien porque ningún contenido personal, ninguna psicología, son ya visibles, o también porque la continuidad con el cuerpo del artista se rompe ante la monumentalidad y desmesura de las obras o el uso de materiales que no ha fabricado él mismo; sea como fuere, la obra ya no permite esperar ver la necesidad de extraer la interioridad del artista.

Sigue este enlace: El famosísimo Hirst.

La obra de arte contemporánea

Antiguamente la obra era un objeto producido y cerrado, y tenía como fin un objetivo contemplativo de naturaleza espiritual que favorecía su circulación para el lugar para el que fue creada. Es decir, se trataba de un objeto que empezaba con la producción y terminaba en el objeto mismo acabado y presto para su uso como tal obra artística.

Ahora se da una combinación, al menos en lo que se refiere a los soportes físicos en los que se plasma la intención del artista. Un ejemplo es la cultura o la pintura expandida . Se trata de lugares donde conviven la pintura, la escultura y que utilizan nuevos medios de soporte como el vídeo o el ordenador. Los límites entre las tradicionales disciplinas artísticas se desdibujan y se vuelven borrosos y abiertos a la reacción del espectador. La obra consiste en descontextualizar el objeto para convertirlo en obra de arte. M. Duchamp todavía aparece como el fantasma referente en estas lides. En referencia al contenido espiritual, se abandona este concepto por otro, un «proyecto» conceptual y más intelectivo, más cerca de una idea o ideas, y que pasa a ser, por lo general, más importante que el objeto en sí. La obra de arte está coloreada e impregnada por la función de la provocación, la reacción impactante en el público y también de, a veces , activismo político.

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Otro enlace quizás interesante: Fascinar y cuestionar.

Otra característica de la obra es su reproductibidad masiva, la serialidad, multiplicidad y repitibilidad. Esta nota característica ya se presentaba antes de la emergencia del arte contemporáneo propiamente dicho, si es que puede completarse el concepto lo suficientemente, en general los ejemplares de serian y numeran, el número de copias hechas deciden el precio de la obra y su exclusividad.

El artista contemporáneo

Pensemos que el acceso a la cultura, sobre todo con la aparición de la sociedad masiva del consumo, tenemos muchas más persona que escriben, dibujan, componen, actúan, pintan, o bien se consideran creadores en algún sentido. La palabra genio artístico se aplica ahora con mucha más facilidad. Jack White es un genio de la música, J.K. Rowling es un genio de la literatura y D. Hirst un genio de las obras artísticas. El artista busca por encima de todo el reconocimiento dentro del conjunto-sistema del arte contemporáneo. Otra vez la provocación y el atraer la atención califican por lo general al artista contemporáneo. El escándalo sustituye muchas veces a la calidad de la obra y colabora para hacer de él, el artista «marca» o «emblema»; paradigma a seguir por aquellos que intentan acceder al difícil y cerrado club exclusivo que es el sistema del arte contemporáneo hoy en día. Por supuesto, pocos artistas viven de su trabajo como tales.

Puedes leer en el siguiente enlace: Bajo el apremio de la singularidad.

El artista «marca»

El artista «marca» es aquel respecto del cual su obra se halla en segundo plano. Él es más la obra que el objeto que produce; a veces el objeto es tan abierto y carente de límites, que si no fuera por la figura concentrativa del artista «marca», no sabríamos qué exposición hemos visitado ni tan siquiera de quién era. D. Hirst es un buen ejemplo de esta realidad: series dedicadas a puntos de colores, mariposas, círculos, o el color azul, han ido llenando poco a poco las galerías, museos y salas de subastas. Algunos críticos escriben sobre la vacuidad estética y conceptual de estas sus obras, pero así y todo, Hirst se mantiene en la cúspide del sistema desde los años 90 sin problemas aparentes.

El crítico

Baudalaire señalaba que para que un crítico fuera justo y bueno debería ser parcial, apasionado y político. Insistía en que sólo a través de la crítica se puede comprender filosóficamente el presente. Esta pasión de la que hablaba Baudelaire no se practica en el presente en cuanto apenas. Los críticos dependen tanto de las instituciones, que el elogio sustituye a la pasión. La crítica en la actualidad tiene muy poca influencia en el sistema del arte. Su mensaje es demasiado débil. La publicidad cumple su papel con mucha más eficacia; por eso muchos críticos se convierten en comisarios o juegan un papel intermedio e indefinido en el marco del complejo conjunto global del arte actual o contemporáneo. Por ejemplo, en la Feria Arco, la televisión suele informar sobre alguna obra que ha generado mucha polémica para proyectarse publicitariamente. En este contexto…¿Para qué recabar la opinión experta del crítico si un anuncio enmascarado televisivo ha suplido con creces su función? La publicidad ha terminado por sustituir al crítico. Completamente. Una imagen en una revista digital, en la televisión o en la prensa escrita en primera plana orienta y crea tendencia más que l juicio detenido y demorado en el tiempo que necesita el crítico. El tiempo es oro y vale dinero, y no estamos para perder público, tendencia o economía.

Las galerías y sus catálogos

El catálogo es la línea de trabajo y la seña identitaria de las galerías y de los pequeños museos. Marca la política de las exposiciones. El artista, el comisario o el que pueda escribir algún texto de valor, por ejemplo, algún crítico perdido de su antiguo papel; o los diseñadores , por lo general, son los agentes principales en la creación del catálogo y su indudable carácter adaptativo de la galería. Es una cuestión de imagen lo que está en juego: y esto, en nuestro sistema del arte es decir mucho. La galería también hace algo más. Promociona a los artistas que considera acordes con la línea conceptual a seguir o proyecto argumental. Las galerías suelen exponer nuevas obras cada dos meses en términos aproximativos, y estas exposiciones engordan el currículum y la posibilidad de participar en ferias nacionales o internacionales en cuanto se dé la ocasión. La imagen de la galería debería estar lo más alejada posible de lo que es «un local de venta», una tienda, un comercio o cualquier lugar con alguna connotación crematística, etc. De hecho, las galerías más importantes parecen cualquier cosa excepto un lugar en el que se llevan a cabo transacciones comerciales. La galería también tiene una marca de gran influencia en el sistema arte. Los grandes galeristas influyen mucho sobre los coleccionistas; y estos son, posiblemente, el elemento más importante del conjunto sistema arte. Muchas de ellas han perdido el tren de la «contemporaneidad» al dejar pasar el tren de las redes sociales digitales; y con ello el gran poder publicitario que demuestran.

El museo

El museo no vende obra. Legitima al artista, lo consagra, para que siga desarrollando su proyecto y su carrera y su marca, si puede. El museo es un templo donde debe reinar el silencia y la contemplación en pasmo, en estado de fascinación. Por eso el edificio es clave, tanto en su exterior como en su interior. Los artistas son los santos y mártires a través de los cuales desfilan los turistas y las familias. La arquitectura debe causar estupefacción y estar en consonancia con la línea estética institucional del templo, junto a su catálogo, el bar, la tienda para vender «mercancía museística» que suelen tener, y algunos espacios para actividades en general: como visitas guiadas para centros educativos, agencias de viajes, o sencillamente para las familias con niños, jóvenes y ancianos. Algunos museos cuentan con una obra estrella: por ejemplo: el Guernica de Picasso del Museo Reina Sofía de Madrid que, de por sí, atrae más público que cualquier anuncio en prensa o más aún, de cualquier crítica informada y experta.

El curator o comisario de exposición

El curator es una mezcla de promotor cultural, gran seductor, jefe mafioso, y en algunos casos conservadores de museos. Debe de tener muchos conocimientos artísticos, estar dispuesto a viajar para estar al tanto de las últimas tendencias, conocer a los mejores o a algunos de los artistas «marca» si es posible – o disimular que los conocen – , visitar estudios para conocer en que trabajan sus artistas. Lo que sí que es cierto es que el comisario o curator tiene que tener las ideas muy claras; pues de entre todo este tejido artístico, es el que debe de tomar las decisiones y ofrecer el discurso conceptual que apoye a las grandes galerías o museos.

El público

La didáctica con el público es la clave en este elemento. en el arte actual es importante añadir información par que el espectador pueda dar un sentido o interpretación a las cuestiones y provocaciones que los artistas les suelen plantear. El abanico de preguntas y respuestas que entran en juego, van desde el contexto histórico, la ética y la política, hasta el pensamiento y la acción contemporáneas más candentes.

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Qué es el arte contemporáneo. El coleccionista (clave)

Es el que paga y mantiene todo este tinglado en pie. Su papel es obviamente esencial dentro del sistema arte. Son los mecenas de la actualidad, sus compras sostienen todo el entramado, y/o hacen prosperar a galerías y a artistas, legitimándolos. Su objetivo principal es acumular una gran colección que, posteriormente pueda ser expuesta en un gran museos o en una gran fundación de carácter privado abierta al público. (El siguiente enlace te llevará a una imagen hipotética del poder estético-tardocapitalista). Josep Beuys decía que el arte es simplemente capital. Si un grupo de coleccionistas o uno muy importante, compra obra de un determinado creador, automáticamente éste entra en el sistema arte, pasando a tener un protagonismo, influencia y valor que antes no podía ni soñar. Para acabar, un dato referente a la función manifiesta por el coleccionista: el mercado del arte subió en los 80, proliferó entre 1995 y 2005; y se vino abajo completamente y estrepitosamente con la crisis del 2008, con cierres y despidos masivos.